Experiencias felices, empleados felices, resultados felices.
Cada vez más estudios demuestran que las emociones impactan en los resultados, marcan la productividad y nivelan el compromiso de los equipos con la empresa.
Es un mantra de esta era digital. A la que también llaman la era de las experiencias, o de las emociones.
Así que, a partir de ahora, hablemos de formación, de onboarding, de performance, de comunicación, o de compensación…, los conceptos de employee experience y felicidad laboral siempre los tendremos presentes.
¿Y qué es eso del employee experience?
Employee experience, es la percepción o las emociones que experimenta un empleado en cualquiera de sus interacciones con el entorno laboral.
El concepto de felicidad laboral nace íntimamente relacionado con las emociones. Y es que cuando las experiencias son positivas y el trabajador es feliz en su entorno laboral, su actitud es muy diferente a la que sería en un entorno de trabajo hostil. Y eso impacta directamente en los resultados. Algo que corroboran reputadas fuentes. Como la Universidad de Berkeley, que señala que las personas felices son un 86 % más creativas. O Forbes, que afirma que las empresas felices tienen un 66 % menos de bajas laborales. La Universidad de Pennsylvania concluyó que las empresas felices ganan entre 1,2 % y 1,7 % más que el resto. Gallup confirmó que estas organizaciones tienen ventas de hasta 120 000 dólares más al mes.
Tipos de experiencias laborales
Casi todo el mundo ha tenido experiencias laborales sobresalientes y otras no tanto. Cuando hablamos de esa empresa en la que no encontrábamos encaje, por el motivo que fuera, seguramente recordemos las pocas ganas que teníamos de levantarnos por la mañana y lo eternas que se hacían esas jornadas de trabajo. Sin embargo, en el caso contrario, solemos recordar con una sonrisa la alegría con la que acudíamos a trabajar, a empujar por los mejores resultados de la mano de ese gran referente que tuvimos y todo lo que aprendimos por el camino. Son diferentes experiencias vividas y, al margen de las anécdotas, lo que permanecen son los sentimientos y emociones que nos movían o, por el contrario, nos paralizaban.
Y así funciona. Olvidarás lo que se te dijo en un momento dado, pero nunca lo que te hicieron sentir.
Buenas experiencias y empleados felices suponen menores índices de rotación (con su ahorro de costes correspondiente). Mayor compromiso de los equipos con los resultados de tu empresa, mayor productividad, un mejor clima laboral. Mayor comunicación, una atención al cliente óptima. Y que tus propios trabajadores te posicionen como un gran empleador y sean tus mejores embajadores.
Malas experiencias provocan todo lo contrario. Y experiencias mediocres, resultados mediocres.
No sería justo decir que la experiencia de empleado es responsabilidad íntegra de HR. No lo es porque tiene un alto grado de subjetividad y porque el bienestar de un profesional depende de muchos parámetros. Algunos de ellos fuera del alcance de HR. Pero, sin duda, HR es el área que más puede propulsar una buena experiencia global y trabajar la felicidad. Porque los procesos de HR atañen directamente a todas las personas de la organización. Son transversales, y esto irá impregnando la cultura de la empresa.
En la experiencia de un empleado va a influir que se sienta bien liderado (liderazgo). Remunerado de forma justa y puntual (compensación). Reconocido por sus esfuerzos (reconocimiento). Bien informado acerca de todo lo relativo a su empresa y proyecto (comunicación). Apoyado en su desarrollo profesional e intereses (formación). Respaldado en momentos puntuales en lo que se refiere a bienestar (salud y seguridad). Y sentir la confianza de la organización en cuanto a su compromiso y responsabilidad (flexibilidad).
Todos estos parámetros que van a influir en la felicidad laboral, y muchísimos otros, sí corresponde a HR analizarlos.
Por eso, en HR, hablaremos de la experiencia del empleado poniendo especial atención a los momentos más críticos, llamados momentos de la verdad y buscaremos iniciativas que impacten positivamente en cada una de esas experiencias.
Un buen punto de partida será el conocimiento exhaustivo del talento, sus motivaciones e intereses y sus expectativas respecto a la empresa. Algo que con avatares definidos no debería ser un problema. Pero también se pueden utilizar técnicas de design thinking para empatizar, ponerse en la piel del empleado y descubrir todo aquello que puntúa negativo y complica su día a día.
Definidos los indicadores de felicidad, el trabajo más complicado, el estratégico, está hecho. Y de nuevo la tecnología llega a poner la guinda al pastel. A facilitarnos software cada vez más avanzado. Para emitir encuestas a los empleados, recopilar automáticamente toda la información sensible y analizar su evolución a lo largo del tiempo. Mostrándote las tendencias y posibles áreas de mejora.
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